Era la mañana del sábado y había quedado con Marie y sus amigos para ir a esa fiesta.
Estaba agotada, no había dormido nada pensando en lo que había pasado en casa de Gabriel. Y para completar, tenía que ir a trabajar un par de horas.
Al medio día terminé todo y me fui a preparar para la ocasión. Marie y yo nos pusimos estupendas, porque... nunca se sabe lo que una se puede encontrar...
Llegamos a una casa a las afueras, y nada mas pisar la puerta, tuve un mal presentimiento.
-Buenas!- una chica con el pelo azabache nos abrió la puerta.
- Hola, Marisa - Marie la saludo con una gran sonrisa.
-Chicas, ya están aquí- se escuchó una voz masculina.
No lo podía creer. Estábamos en casa de Liam. Bueno, de Liam y de su mujer/ novia/ madre de su hijo...
Me presentó a Marisa ( como Marisa, si más) y la saludé con dos besos.
Pasábamos a la casa para ir al encuentro de los demás invitados en la sala, pero Liam me impidió el paso, con la excusa de guardar mi abrigo ( qué astuto)
-¿ Para mí no hay besos?- preguntó colocándose detrás de mí.
Estás muy bella- dijo mientras me quitaba el abrigo.
- ¿No crees que Marisa se merece algo de respeto?
Seguí caminando hacia la sala. Liam estaba guardando mi abrigo en el armario, cuando Marisa fue a ver qué hacía.
La velada transcurría con normalidad, hasta que Liam me sacó a bailar( sí, no me lo pidió, me haló sin más)
- Concédeme este baile- me dijo tomándome de la mano.
- Tú no pides las cosas...- le susurré mientras bailábamos un suave merengue.
- Tengo que pedirte que no saques conclusiones por lo que veas esta noche. Porque las cosas no son lo que parecen.
¿ A qué se refería?
Me disponía a tomar asiento, cuando observé que alguien mi miraba inquietamente.
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