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martes, 15 de marzo de 2011

QUÉ INGRATA SORPRESA

Jamás imaginé que me encontraría en una situación como esta. Lo que me pasó el fin de semana, es más común de lo que nos gustaría que fuese.
El sábado por la tarde estaba sola en casa: las chicas se habían ido a casa de sus novios.
Recibí una visitan un tanto indeseable, era Frank.  Como he mencionado, no tenía ganas de verlo, pero no quería que fuéramos como esas parejas, que al terminar la relación no pueden ni verse.
- Solo quiero hablar- me dijo con cierta tristeza.
Cuando subió a mi departamento, estaba tranquilo y me hablaba con mucha calma.
- ¿Aún no has tenido suficiente tiempo para pensar? Amor, yo siento mucho lo que pasó, solo te pido una ultima oportunidad.
Le dije que ya lo he perdonado. Y  La razón de  no volver con él, es que se ha perdido la confianza que le tenía.
- ¿ Estás con otro?- me preguntó, aún en calma.
No respondí. Le dije que no tengo por qué hacerlo.
- Si no respondes, es porque es cierto- ya empezaba  a levantar la voz.
. No te contesto, porque ya no estamos juntos y no tengo que darte explicaciones.
Se levantó del sillón y se abalanzó sobre mí.
- Dime quién es- me apretaba fuerte los brazos.
Yo intentaba liberarme.
- ¿ Te acostaste con él?- me gritaba una y otra vez.
-¿ Y qué si lo hice?- dije con indiferencia.
 De pronto, veía toda a habitación a oscuras, como si una cortina de humo la hubiese invadido.
 No podía escuchar nada más que un zumbido en mis oídos. Me ardía la cara, me dolía.
 Estaba paralizada, él me había pegado.  Pero luego me llené de furia, mi corazón latía con fuerza.  Y  me lancé sobre él, pegándole con  lo que encontraba a mi paso.
Frank me sujetaba los brazos y yo le propinaba patadas.
Tenía todas las de perder, pero no pensaba rendirme. No iba a quedarme de brazos cruzados. Habría sido como aceptar lo ocurrido. (Y no acepto)
- Lo siento, lo siento- decía mientras me sujetaba.
Me detuve por un minuto.
- Fuera de mi casa.
- Desy, mi am....- no le dejé hablar.
-Lárgate!
En cuanto salió, cerré la puerta a toda prisa.
Tengo que admitir que tuve miedo. Pero el enfado que sentía ( y   todavía lo siento) era  aún mayor.

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